26 sept 2012

Terranigma (II)

2. Ante los límites todavía cabe una revelación.



Que hay límites en derredor nuestro es algo claro. Cuando menos, los hay naturales, y también se habla de límites morales, emocionales, etc. Independientemente de que los asumamos como limitaciones inherentes a nuestra constitución física o como barreras que nos impongamos o nos sean impuestas por algún motivo, vivimos entre fronteras. 






















En Terranigma convergen con demasiada confusión temas complejos. Hay momentos puntuales en los que el cóctel es realmente indigesto y conviene pasar a otra cosa, como subir niveles, hacer tareas secundarias... es decir, centrarse en lo que el juego ha pulido con mejor acierto. 

Esto sucede, por ejemplo, cuando Colón el navegante se desahoga con nosotros. Explorador por excelencia, ha trascendido los límites que hasta entonces cercaban el conocimiento humano, al menos el geográfico. Tal vez sea casualidad, pero los términos 'explorador' y sobre todo 'navegante' están muy bien escogidos, más si hemos leído el Fedón de Platón.



























Parece que Colón ha vuelto sucio del viaje, y no sólo porque parte de su tripulación se haya quedado en el camino. Habla como un religioso traicionado por la curiosidad, esa que decía Aristóteles que era connatural al hombre. Las cosas se van complicando. Pero se vuelven un completo galimatías en la parte siguiente, cuando en un arrebato místico anuncia la futura revelación de su secreto en caso de que nazca el héroe verdadero. 

Límites, navegaciones, culpa, revelaciones, héroes... En todo caso, parece que ante la imposibilidad de superar los límites y salir indemnes cabe todavía la esperanza del héroe. No es un desenlace feliz precisamente, sino más bien el testimonio de un fracaso de los corrientes, de los no héroes.

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